Con el cambio de siglo y especialmente a partir de la adopción del protocolo de Kioto, la conciencia en torno a la necesidad de reducir la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera cobró importancia en los países del primer mundo. Pero, a pesar de que se han hecho esfuerzos significativos, lo cierto es que no se han reducido dichas emisiones en los niveles que cabría esperar. La Unión Europea, siendo quizá la parte más implicada y con un mayor compromiso a la hora de reducir su producción de CO2, se comprometió en su momento a que las emisiones que enviaría a la atmósfera se reducirían de media un 8% en el período 2008-2012 respecto a las que tuvieran lugar en 1990. Aun estando lejos de alcanzar lo pactado, sí se ha conseguido lograr cierto descenso. Sin embargo, si se quiere llegar a una economía y un desarrollo sostenible, se tiene que seguir trabajando. Y es precisamente la construcción uno de los pilares en donde dicha reducción debe notarse en mayor medida. No en vano, el 36% de las emisiones de CO2 en la Unión Europea son generados por este sector.
El de la construcción es, por tanto, el sector que más energía consume y que más residuos genera, siendo además el que consume el 60% de los recursos que se extraen del continente europeo. Siendo esta la situación, quizá lo más conveniente sería plantearse cuál es el motivo por el que se contamina tanto y si no existen alternativas viables menos dañinas con el medio ambiente. En ese sentido es imperativo volcarse en la innovación y en la búsqueda del aprovechamiento de los recursos para poder reducir las emisiones y la contaminación.
Durante el proceso constructivo es habitual el empleo de maquinaria pesada que, a la postre, es la que genera la mayor cantidad de emisiones de dióxido de carbono. No sólo eso, sino que la construcción en hormigón o con otros materiales que requieran de agua acaban suponiendo un gran dispendio de la misma. Un motivo más para buscar soluciones alternativas en seco que no requieran de un uso superlativo del agua.
La gran ventaja del sistema de entramado ligero de madera en lo que a emisiones de CO2 se refiere es la ausencia de maquinaria pesada a la hora de realizar la ejecución de la obra. Más allá de la cimentación y del traslado de materiales el resto de la casa se construye en seco, minimizando además el dispendio de agua. El ahorro en consumo de energía y en emisiones es netamente superior al sistema tradicional, siendo además los residuos generados mucho menores y generalmente biodegradables.